La «primavera» de los jóvenes
“El hecho de que la juventud tenga libertad para consumir en un espacio está sacrificando la calidad de vida de muchas personas”… Una afirmación dolorosa que debe provocar una profunda reflexión.
Hace unos días presencié un reportaje sobre la forma que tienen los jóvenes de festejar la primavera con un macrobotellón. Dolor, decepción, indignación, vergüenza… Sentimientos de rabia e incomprensión me asaltaron escuchando el relato de Pedro García Aguado “En la caja”. Un programa cuyo formato, contenidos y duración desconocía hasta ese momento.
El documental intercalaba opiniones personales del conocido coach con escenas que mostraban a jóvenes, muchos de ellos menores de edad, disfrutando de la “Fiesta de la Primavera” en una hermosa ciudad andaluza.
Una celebración anual que pasa una elevada factura a vecinos, locales y portales de las inmediaciones al recinto en el que se celebra. Juerga juvenil que provoca el cierre en bloque de todos los establecimientos de hostería y servicios de la zona por miedo a los estragos que provoca la intoxicación etílica que se desarrolla en muchos de los participantes.
Miedo, inseguridad, destrozos, suciedad y caos caracterizan, año tras año, una jornada festiva para los estudiantes y temida para los residentes del barrio.
Chavales intoxicados, vecinos descontentos, calles colapsadas, mobiliario urbano destrozado, estropicios varios y mucha suciedad son el resultado de una celebración que atemoriza a los habitantes de las proximidades y aleja a los visitantes.
Llama la atención que la única actividad que se realiza en la “fiesta” sea la ingesta masiva y descontrolada de bebidas alcohólicas…
Ni rastro de música, charlas o animación de tipo alguno.
Puestos ambulantes de comida, carentes de garantías higiénicas o licencias.
Ausencia total de seguridad o protección sanitaria…
Datos preocupantes expuestos por el popular presentador que debería poner en marcha a más de una concejalía del ayuntamiento.
Contemplar a miles de jóvenes, se calcula que asistieron unos veinte mil, dedicándose a beber y realizar sus necesidades básicas en público, sin recato ni pudor me recuerda una frase que pronunció hace años uno de mis sobrinos al profetizar que “se puede divertir uno mucho, sin necesidad de beber”.
Me niego a creer que los chavales retratados en el programa representan a la juventud de hoy en día aunque reconozco que una progresiva relajación dela asunción y práctica de valores, y la cultura de lo fácil, se han apoderado de muchas “mentes”.
Pese a ello, muchos otros jóvenes practican el respeto, la amabilidad y el agradecimiento en sus relaciones con los demás.
Jóvenes solidarios que donan parte de su tiempo, valioso tiempo, para ayudar a conocidos y desconocidos en aquello en lo que puedan ser útiles.
Jóvenes que apuestan por el esfuerzo, el compromiso y la honestidad.
Jóvenes que se divierten sin menoscabar los deseos, necesidades e intereses de sus congéneres.
Me quedo con estos jóvenes. Que… ¡¡“haberlos, hailos”!!