Tratamiento dado, tratamiento debido
Siempre he defendido que así como tratas serás tratado, y que el respeto dado se convierte en respeto debido.
Llevo años reclamando la presencia de un experto en protocolo social en los programas que se emiten en la televisión, con independencia de que hablemos de series, reality shows u otros.
“Claro Mar, es una de tus especialidades”, podéis pensar y lleváis razón, pero argumentos de peso sustentan mi solicitud.
El protocolo social, mi adorado protocolo social, es una mis pasiones –las otras son la Oratoria Emocional y la NETiqueta-. Defiendo con entusiasmo que su conocimiento y aplicación aporta seguridad a nuestros actos, afianza relaciones y fortalece vínculos. Proyecta nuestra mejor imagen e imprime valor añadido a la biografía personal y profesional.
Hace unos días, viendo un programa que recrea situaciones reales en un centro médico, una doctora llamó a una colega del mismo hospital para pedirle que atendiera a su paciente ese mismo día:
– “¿Laura?”
– “Si”
– “Hola, soy la doctora Muñoz”…
¿Qué ejemplo ofrece esta escena?
Somos colegas, practicamos la misma profesión, en el mismo centro sanitario y te llamo para pedirte un favor, entonces… ¿por qué una es Laura –nombre de pila- y la otra, la que pide el favor –doctora X, cargo médico y apellido-?
Lo correcto hubiera sido, entre colegas que trabajan juntos:
– “Hola, Laura, soy Alicia, compañera del centro sanitario. Quería comentarte…”
O bien, más formal y distante, menos adecuado en este contexto concreto:
– “¿Doctora Alvez?, Buenos días, doy la doctora Muñoz. Me pongo en contacto contigo…”
Es una pequeña muestra de la importancia de los pequeños, pero ejemplarizantes, detalles y de lo mucho que podemos aportar para disfrutar de unas relaciones interpersonales de calidad.