El secreto está en las ganas
Hace unos días, un amigo al que admiro pronunció unas sabias palabras: “Soñar incluye la posibilidad de tener pesadillas”. Leer esta frase me trajo lágrimas a los ojos.
Las lágrimas han sido compañeras de viaje en el fatigoso Camino que supone perseguir los sueños. Lágrimas provocadas por decepciones, informalidades o desilusiones pero también causadas por la alegría de alcanzar metas; el encuentro con grandes personas, a las que debes gratitud eterna; o el simple hecho de apreciar una sonrisa, o una palabra amable, cuando menos te lo esperas.
Considero a las lágrimas emocionales un bálsamo. Compañeras de Camino, junto a la maravillosa sonrisa y la necesaria resiliencia -adquirida o innata- en la consecución de nuestros objetivos.
Poderosa fe en uno mismo, que en ocasiones flaquea; sacrificios, posponer “sin fecha de caducidad” y contra todo pronóstico algo que deseas hacer; constancia, creer en tus sueños “contra viento y marea”, y una fuerza de voluntad “a prueba de casi todo”, son algunos de los recursos a los que echar mano para no desviarse del Camino.
A veces tenemos que hacer elecciones entre opciones que nos ofrecen una seguridad teórica -pero nos amarran a unos objetivos que no sentimos como propios y nos alejan de nuestros sueños- o continuar el Camino hacia ellos.
La seguridad puede adoptar múltiples formas: un contrato laboral, un cambio de domicilio, un desplazamiento geográfico, la reconciliación con una persona querida, un abrazo reparador…
Esta situación, la elección entre ganar seguridad o continuar avanzando hasta alcanzar aquello en lo que crees -aquello por lo que llevas tanto tiempo luchando, aquello por lo que has retrasado tantos proyectos, aquello a lo que has dedicado tanto tiempo y esfuerzo- es una de esas pesadillas que integran el Camino hacia la consecución de los sueños.
Siempre debemos recordar que todas las personas tenemos una fuerza interior cuyo poder y grandeza desconocemos. Una fuerza que emerge cuando estamos viviendo una pesadilla o una situación dolorosa.
Personas anónimas y sabias afirmaron que “sólo está derrotado aquel que deja de soñar”, y que “los grandes éxitos fueron sueños al principio”. Máximas compartidas por el príncipe de los sueños, Walt Disney: “si puedes soñarlo, puedes hacerlo”. Reafirmadas por el genio Pitágoras: “el hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos”. Respaldadas por Paulo Coelho: “la posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante”.
Sin lugar a dudas… ¡El secreto está en las ganas!