CÓMO DEFENDER UNA TESIS DOCTORAL
Sobria, parca, seria, muy académica, incluso un poco arrogante… son algunos de los calificativos que personas de mi entorno profesional dedicaban a cómo debería ser la defensa de una tesis doctoral.
“Tú eres una persona muy entusiasta, llena de energía, que derrochas sonrisas en tus intervenciones” -me decían-. “Ese día, debes contenerte”… Fue el grandioso consejo que recibí de fuentes distintas.
Desconocían todos mis consejeros que creer en lo que haces es un ingrediente fundamental para convencer. Qué la forma de demostrar que eres una experta en un tema, en este caso concreto la netiqueta, es presentarte relajada y convencida, mostrando y demostrando conocimiento del tema. Realizando una exposición muy bien estructurada, siguiendo un guión mental, y ofreciendo una presentación con una imagen por diapositiva relativa a la materia abordada en cada ocasión con una única, en ocasiones dos, pequeñas frases alusivas a la misma.
La contención que me recomendaban me quitó el sueño y la concentración durante días, los días previos a tan señalada fecha…
Hice un único ensayo cuatro días antes de tan esperado día con un amigo del alma, una persona de mi entera confianza, que siempre me ofrece la palabra adecuada en el momento oportuno. No dijo nada mientras yo ofrecía, seria, parca y sobria mi exposición. Exposición con la que no me encontré cómoda. Faltaba algo, mi singularidad.
“Marita, falta tu frescura –me dijo- no eres tú”… Me hizo reconsiderar mi defensa.
Ofrecía una propuesta de normalización, en la que creo fielmente, sobre las pautas de conducta recomendables en entornos digitales. Un tema actual, dinámico, ágil y muy necesario. Me convencí de que mi propuesta no perdía seriedad al sonreír. ¿Por qué no iba a hacerlo si estaba tratando un tema que adoraba y al que había dedicado muchos meses de mi vida?
Cuatro días antes de mi día, tan esperado desde hacía meses, decidí que iba a disfrutar con mi intervención. Decidí que era MI DÍA, una fecha que permanecerá siempre grabada en mi corazón y en mi cabeza y que, sin lugar a dudas, con toda la seriedad que la ocasión requería, pensaba disfrutarla. ¿No tenía que demostrar que era una experta en el tema? Pues lo iba a demostrar, siendo YO. Mis repasos mentales en voz alta me infundían la confianza que necesitaba.
Inicié mi defensa dando las gracias, el agradecimiento debe acompañarnos a lo largo de nuestra vida. Este reconocimiento al tribunal por aceptar la invitación de la Universidad de Vigo de formar parte del mismo, a mi director por su disposición y consejo y a mi familia y amigos que me acompañaban – mi gente- unido a que había llegado el momento soñado y visualizado tantas y tantas veces, hizo que la emoción emergiera. Durante unos minutos los nervios afloraron. Logré controlarlos rápidamente diciéndome: “Marcita, estás preparada, disfruta”.
¡Y vaya si disfruté!
El presidente del tribunal, mi director, mi familia –algunos de los cuales nunca me habían visto “en acción”- y amigos me felicitaron. Fue un día inolvidable, intenso y lleno de emociones. Una jornada para el recuerdo.
Conocimiento del tema a tratar, preparación exhaustiva de la exposición, ensayos reales en tiempo y forma, lenguaje gestual seguro y oportuno, coordinado con mi adorada palabra hablada, control de los silencios, vocalización precisa, velocidad, ritmo y entonación adecuados a cada momento y punto abordado, sonrisas oportunas, humildad y pasión por la temática expuesta garantizan tu disfrute y te muestran como un experto.